viernes, 5 de octubre de 2012

Capítulo 7

  Llueve. Claudia se abrocha la chaqueta y se pone la capucha. Sube las escaleras de la puerta del colegio a toda velocidad, pisa un charco con sus botas de agua amarillas y se llena de barro. Llega tarde a la clase de mates y como ya hayan empezado a explicar, no la van a dejar entrar. Así que entra al edificio corriendo. Va dejando huellas de barro por los pasillos. Llega a la cafetería y tropieza con una bolsa de patatas que hay en suelo.
-¿Estás bien?- pregunta una profesora que esta tomándose un café.
-Si, estoy bien- dice, y sale disparada hacia la puerta de su clase.
  Da dos golpecitos en la puerta y la abre. El profesor que está en frente de la pizarra deja de explicar y la mira, los alumnos giran su cabeza hacia la puerta y la miran.
-JAJAJAJAJAJAJAJA- todos se ríen. Y es que Claudia está empapada. Sus botas están llenas de barro, su pelo sucio y muy mojado, por no decir la cara de sorpresa que tiene, ya que Claudia se ha equivocado de clase.
-¡Perdón!- dice ella, y cierra la puerta de inmediato. Se escuchan risas dentro de la clase y al profesor intentando seguir con su explicación. No se cree lo que ha pasado, pero tampoco le da tiempo a pensarlo mucho. Ahora si que ve la puerta de su clase. Corre hacia ella y la abre.
-¿Se puede?- pregunta ya con miedo.
La respuesta estaba clara. No.

  Después de quedarse la hora en el estudio. Claudia va directa a el muro. El muro es un corcho que está en el pasillo dónde están colgados trabajos sobre la paz, algunos anuncios y dónde ahora iba a estar esto:
Claudia lo pega en el corcho con una chincheta. Se da la vuelta y...
-¿Stradivarius no era una tienda de ropa?
-Y también una tienda de música- dice Claudia.
-¿Sabes que a nadie le importa tu festival?
-No entiendo por qué me odias tanto Sandra...
-No te odio, sólo digo que tu festival no va a funcionar.
-Pues por ahora va muy bien, todos me están ayudando mucho.
-Porque les das pena.
-No, porque son mis amigos.
-¿A qué llamas tu amigos?
-Pues a los tuyos no, por supuesto, que sólo son perritos falderos.
  Sandra aprieta los dientes de rabia y la tira contra la pared, pero no le da tiempo a hacerle nada, porque un rubiales las separa. Mira con asco a sandra y le dice a Claudia.
-¿Necesitas a un guitarrista, no?
  Sandra se muerde el labio, mira fulminante a Claudia y Harry, y se va corriendo. Claudia que sigue apoyada en la pared mira a Harry. Se sonríen. El chico de los ojos verdes aparece siempre cuando lo necesita, y eso, le gusta.

      FIN DEL CAPÍTULO 7
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